Rusia era una gran potencia demográfica, pero su economía era deficiente (no se da el proceso de industrialización, sino que se depende de la agricultura). El concepto liberal de gobierno no había prosperado, debido al absolutismo de los zares. Las profundas diferencias sociales producen el surgimiento de movimientos revolucionarios que exigían reivindicaciones.
Eso sí, resulta curioso que la lucha de clases que había idealizado Marx se diera en un país donde no existía un proletariado ni una industria floreciente. En 1905, junto a la guerra Ruso-Japonesa, las malas cosechas del año provocan que se declare una huelga general que culminaría con el Domingo Sangriento, cuya consecuencia principal es la formación del Parlamento o Duma® monarquía constitucional, reconocida por el Zar Nicolás II.
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